Regularmente asociamos la imagen del freelance a un individuo independiente, libre de ataduras y capaz de surgir por cuenta propia.
Cada día se ve más este estereotipo el cual está cambiando a una imagen mucho más real, gracias a la globalización, junto con el aumento de la potencia de las computadoras y el abaratamiento de los precios precisos para poder trabajar desde el hogar (computadora, conexión rápida a Internet, hospedaje web, etc).
En España, la copia laboral por cuenta impropia, “estimula” a muchos individuos a probar suerte y brindar sus servicios como Freelance. Conseguir un primer empleo es muy complejo. Por más que sepamos, la falta de experiencia es un factor crítico. Hay muchas personas que prefieren buscar hacer por si mismos los planes, o meramente surge algún camarada o conocido que requiere de una web, una función pequeña, un instrumento para poder almacenar el stock, etc.
Es por ello que podemos conseguir un primer proyecto, el cual habitualmente duraría bastante tiempo, la mitad del cual lo empleamos para buscar información en foros y sitios, en donde resolvemos las dudas. Gracias a esto, nos damos cuenta que podemos ser capaces de sacar un proyecto adelante y empezar a conocer nuestros puntos fuertes y las áreas donde necesitamos ayuda.
Luego de haberlo montado, sale el segundo y así continuamente. En este punto hay dos elecciones. Quedar de alta como autónomo, ayudando con personas fiables para los apartados que no dominemos, o ensamblar una compañía con individuos que complemente nuestro trabajo.
Las dos elecciones son buenas, pero en esta serie de apartados nos vamos a consagrar a aquellos que son comerciales, diseñadores, programadores, recepcionista-telefonista, secretario/a. Todo en uno, aunque haya tareas más o menos encantadores y mejor o peor estimadas, todo se irá desarrollando para una mejor función.
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